“¡Olé,
ese arte andaluz!”. Cuántas veces se escucha esta expresión u otras similares,
y cuántas veces viene a nuestra mente colectiva el flamenco (pero solo con sus
principales figuras), la copla o el folklore más tradicional y arraigado.
Hablar
de música andaluza parece ser sinónimo de cante jondo, de soleá, fandango (en
sus localizaciones “granainas”, malagueñas o rondeñas), seguiriya y seguidilla
(pues no son lo mismo), canciones de trilla y por supuesto las siempre omnipresentes
sevillanas.
Sin
embargo, hablar de música andaluza supone hablar de la música que nace a
consecuencia de nuestra sociedad, del tiempo en el que a cada canción le toca
nacer y destacar, y de todas las circunstancias artísticas, presentes y pasadas,
que conforman el ADN particular de ese “arte andaluz”.
El
flamenco y el folklore ”de toda la vida”, esos por los que los nacionalismos
suspiran y las identidades culturales tejen su particular intrahistoria, no son
más que las manifestaciones de unas épocas concretas, de unas gentes y unas costumbres
que los vieron nacer y que nos han legado como se legan unos ojos azules, una
propiedad o una diabetes.
Forman
parte de nuestro pasado, y sin duda de nuestro presente pues aquí están, pero
no podemos olvidar que cada generación tiene su voz y cada momento su
particular historia. Y es por ello por lo que no se les puede negar su
pertenencia a ese “arte andaluz” a otros grupos y corrientes
estilístico-musicales más actuales.
No
podemos condenar a un grupo que utiliza un lenguaje musical cuyos primeros sonidos se emitieron lejos de
Andalucía, a no ser andaluz. Tampoco podemos decir que no forman parte de
nosotros unas canciones por el simple hecho de que sus autores sean conocidos
(y no sean obra del famoso “anónimo”), y porque tengan la suerte o desgracia de
seguir con vida.
Tote
King o SDFK pueden ser herederos de un estilo que nació en los 70 en un barrio
de Nueva York, pero sus letras son un reflejo de la vida más popular que han
visto sus ojos andaluces. Medina Azahara sigue al progresivo, pero sus melodías
están plagadas de ecos de la tradición que más asociamos a nuestra tierra.
Por
ello la selección de música para este día (que complacerá a pocos y disgustará
al resto) no es más que una mínima muestra de toda la música que ha dado esta
comunidad. No están todos, ni siquiera los que algunos considerarán los
fundamentales, pero todos los que están son de aquí(algunos tan nuevos como el almeriense Cables Cruzados) y asimilaron la diversidad
de esta cultura que nos empeñamos en nombrar en singular. Y fue esa asimilación
y el formar parte de esta sociedad (o microsociedades) lo que dio lugar a ese
arte, a esa forma de cantar, a esas letras y por supuesto a esa entonación tan
variada en cada caso, y al mismo tiempo tan uniforme para cualquiera que se compare
con más allá de Despeñaperros.
De
todos estos, algunos serán olvidados y otros pasarán a ser la cabeza visible de
explicaciones musicológicas, pero lo que está claro es que ahora mismo forman
parte de nosotros y de nuestra historia, y por ello están aquí en
representación de toda la variedad y mezcolanza que simboliza nuestra sociedad
y cultura.
“el de música,
M.J.F.L”